Ella, ella, sólo ella y siempre ella. Me enseñó que era la vida, que se basaba simplemente en alegrarse los viernes y joderse los lunes y que no había remedio alguno. Me enseñó a no tropezar con todas las piedras del camino, me enseñó que era mejor darles patadas y tirarlas fuera donde incordiaran a otros, pero no a mí. Me enseñó que si cruzas un poco la raya y no la llevas recta, el mundo era perfecto, mágico, encantador, que la curva era lo que te daba el cosquilleo en la barriga, y que ese cosquilleo significaba que estaba viviendo. Me enseñó, que las cosas, eran mejor a la cara. Me enseñó que si le quieres se lo dices y punto. Y que si le pierdes le encontrarás o volverá solo. Ella, fue la que me enseñó a no tener que apoyarme en algo para sacar la fuerza, me enseñó a sacarla de dentro, de mí misma. Ella fue la que cumplió todos mis sueños, la que nunca se rindió, la que me aguantó noches, tardes, mañanas y días enteros dándole la chapa y jamás dijo no, al contrario, cuando yo decía no ella decía sigue, y no se cansaba. Que la quiero, la quiero a ella, porque ella, solo ella, ha alimentado mi locura.