Pero se asustó.
-¡Como te retumba el pecho!
-Tranqui, solo es mi maltrecho corazón, que se encabrita cuando oye tu voz.
Éramos parte del mismo colchón, hasta que juró:
-Nos querremos mas que nadie pa' que no corra ni el aire entre tú y yo.
Sentí que me iba faltando el calor.
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